divendres, 26 d’octubre del 2012

Se necesita poco para ser feliz

Un día, un hombre de traje oscuro se plantó delante de una casa y tocó el timbre.
-Hola.  En qué puedo ayudarle? Dijo el morador de la casa al abrir la puerta.
Es usted el señor Adam Smith? Inquirió el hombre del traje.
-Sí.
-Enhorabuena! Tengo que darle una maravillosa noticia: nuestra empresa ha realizado un sorteo entre los habitantes de este barrio y ha sido agraciado con este magnífico coche que tiene aquí delante. Dijo el hombre con voz altisonante, apartándose para que se pudiese ver un flamante coche deportivo.
-Muchas gracias. ¡Qué alegría!
-Y no solo eso. También le entregamos las llaves de un chalé en una playa caribeña- Añadió el hombre del traje.
-¡Fenomenal!- dijo el hombre.
-Y para terminar, le hago entrega de este maletín con un millón de euros. Firme aquí y será suyo.
Smith firmó el recibo, dio las gracias una vez más  y cerró la puerta tras de sí contento por lo recibido. Al día siguiente, sonó otra vez su timbre. Era, de nuevo, el hombre de traje oscuro: 
-Señor Smith. No sé cómo decirle esto. Hemos cometido un gravísimo error. Todos estos premios son de otro vecino. Tenemos que llevarnos todo lo que le entregamos ayer
Y Adam, que debía ser un avanzado practicante budista, dijo: 
-Ningún problema, y con la misma sonrisa serena y alegre del día anterior devolvió todo a su interlocutor.

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